miércoles, 18 de febrero de 2009

“TODOS LOS CAMINOS CONDUCEN A INNSMOUTH”


Me encontré con la Bruja en una calle sin nombre, en el edificio Fantasía, en el piso 13 (claro, elemental). No alcanzamos a presentarnos cuando ella me dijo:
-El Joven Manos de Tijera aun esta vivo… Pero alguien quiere matarlo…
-Yo estoy viejo para esas cosas…- le respondí.
-Pero si vos no lo haces entonces no va a poder hacerlo nadie….
-¿Indiana Jones?
-No…
-¿Por qué?
-Porque no…
Iba a insistirle en que Indy era mejor opción que yo… Pero desistí cuando ví su mirada de odio.
-¿Y dónde esta El Joven manos de Tijera?
-En un cuento de Lovecraft… En Innsmouth…
Entonces fui yo el que se alteró:
-No, no, no… Si fuera un cuento de Poe puede ser… ¡Pero Lovecraft!
-Callate…
Definitivamente la Bruja tenía mas carácter que yo.
Suspiré resignado.
-¿Y cómo llego a Innsmouth?
-En un DeLorean…
-Si, ¿pero dónde queda?
-¡DEBERIAS SABERLO!- gritó y luego agrego con una sonrisa- Innsmouth está muy adentro tuyo…
Saque un block de notas de mi bolso y anoté: “Hansel y Gretel son una mentira, llevo unos minutos acá y la Bruja no me ofreció golosinas”.
-¿Y quién quiere matar a El Joven manos de Tijera?
-Un Asesino a Sueldo... y vos, por si no te habías dado cuenta…
-No me gusta hablar de mis problemas- retruqué y guarde el block de notas otra vez en el bolso, saqué una petaca de licor de frutilla y le di un trago largo.
-Lo importante es que It, no tiene nada que ver en esto… Él esta dispuesto a ayudarte…
-¿A que lo salve o a que lo mate?
Ella bufó de impaciencia.
-La sociedad capitalista es un lugar demasiado violento…
-Ya sé…- susurré y miré el piso. Analicé la situación y di mi veredicto- Quiero evitar este crimen…
-¿Confías en la Magia de la Nieve?
-Tal vez…
La Bruja me guiño un ojo y se desabrochó los botones delanteros del vestido, entre medio de sus pechos había un Conejo Blanco. Lo tomó con sus dedos largos y me lo dió.
-Llevalo en un hombro- exclamó- Sé que no vas a defraudarme…
Coloqué al Conejo donde ella indicó y supe que lo había bautizado Frank aún antes de pensar en bautizarlo.
Me sentí inmensamente excitado. Ella lo percibió y por eso se abrochó el vestido con lentitud, dejándome ver mucho. Me sentí un tanto incomodo y rompí el silencio con lo primero que se me cruzó:
-¿Por qué los helados de vainilla se derriten antes que los de chocolate?- arqueé una ceja para que la pregunta sonara interesante.
-Por la misma razón que si encontrás al Asesino a Sueldo tenés que matarlo…
-Perfecto…
-Y si de camino te encontrás con ese tipo que tiene un programa de chimentos en la televisión también matalo…
-Hay muchos programas de chimentos…
-Matalos a todos…- me interrumpió.
Asentí.
-Bien, entonces ya no hay más nada que hablar… Se me hace tarde…- Consulte mi reloj y vi que faltaban solo 12 horas para el Fin del Mundo.
La Bruja se puso triste y su pelo cambio de colores muchas veces. De no haber sido daltónico aquello me hubiera dejado ciego.
-¿Cómo llegaste hasta acá?- me pregunto- ¿Cómo me encontraste?
Me encogí de hombros con sinceridad.
-No sé… Me venia siguiendo un hombre lobo, corrí mucho y me perdí… Quise volver a casa pero no encontraba el camino y le pedí ayuda a un zombie que encontré en una esquina... Tengo buena relación con los zombies… Me gusta como se les explota la cabeza… Él me señalo este edificio… Eso fue unos segundos antes de que sus sesos se esparcieran por todos lados…
Ella me miro con dulzura.
-Andate, por un tiempo ya no te quiero ver…
En ese momento me sentí muy solo y tuve ganas de quedarme, pero me di vuelta y camine hacia la puerta.
-Y una cosa mas- me dijo mientras yo estaba de espaldas- Recordá que un impotente no es más que un hombre al que el pene se le vuelve emo…
Largó una carcajada y cuando quise mirarla me di cuenta de que ya estaba en la calle.
Observé de reojo al Conejo Blanco que llevaba en el hombro, consulté mi brújula (como siempre no la entendí) me acomodé la gorra gastada, me até los cordones y me dispuse a emprender el viaje.
Unas cuadras después me sorprendió comprobar que mis bolsillos estaban llenos de caramelos.
Me sentí una porquería.

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