miércoles, 18 de febrero de 2009

ECO


Tengo un “¿Por qué?” en la cabeza pero no puedo formular la pregunta adecuada. Lo intento mil veces y mil veces esta mal, intento de nuevo y se quiebra la punta de mi lápiz. El abismo que ayer se abrió en mi pecho hoy tiene dimensiones descomunales.
No quiero que nadie me mire, no quiero que nadie me hable, no quiero escucharlos… Pero necesito compañía así que sigo mirando el teléfono y al rato me enojo porque no suena. Lloro y quisiera gritar para desahogarme pero eso implicaría un esfuerzo sobrehumano, además me aterrorizaría oír mi voz…
¿Por qué cuando era chico mi letra se entendía y hoy es un desastre? ¿Es esa la pregunta? No, pero me pone triste y me siento desconocido para mi mismo…
No puedo encontrarme, no puedo entenderme… Yo, conmigo, estoy distante, frío, indiferente ¿Cómo logro la reconciliación?
Quiero ser uno y que el agujero ya no crezca porque va a devorarme entero y cuando lo haga ya no podré salir. ¿Como se lucha contra esto? Quisiera acostarme en el piso y no pensar más… ¿Pero cómo se hace para no pensar? No puedo evitarlo y me pongo inquieto…
¿Y si me encierro? ¿Y si abro la ventana? ¿Y si prendo las luces? ¿Y si rompo mi habitación? ¿Y si le escribo una carta a nadie? ¿Y si prendo la tele? ¿Y si apago la radio? ¿Y si me doy una ducha? ¿Y si leo un libro? ¿Y si me quedo sentado? ¿Y si me acuesto? ¿Y si me tapo con la frazada hasta que nadie me vea? ¿Y si busco un fantasma en el ropero? ¿Y si busco un recuerdo debajo de la almohada?
Basta, me desoriento más y más. Pido basta…
Pero claro, empiezo a sacarle, nuevamente, punta al lápiz…
Será por siempre: “¿Por qué?”

No hay comentarios: